Argumento:
Astérix y Obélix acompañan a Abraracúrcix y Karabella en una
visita a la casa del hermano de esta última, Homeopátix,
quien vive en Lutecia y se desempeña como un próspero hombre
de negocios. Durante la comida, Abracúrcix se emborracha y
hace ver a Homeopátix cómo todo el dinero que posee no es
suficiente para darle la gloria de comer un estofado
perfumado con laurel, pero no cualquier laurel, sino la
corona de laureles del mismísimo César, cosa que
Abraracúrcix sí puede lograr. Homeopátix acepta el desafío y
Astérix y Obélix son enviados a Roma a buscar la corona de
laureles de julio César, para luego volver a la aldea gala y
ofrecer un estofado a Homeopátix. Al llegar a Roma, Astérix
comienza a tratar de averiguar cual es la mejor forma de
introducirse al palacio de César (y por supuesto Obélix no
acaba de entender porque no resulta más conveniente liquidar
a la guardia, entrar a palacio, preguntar donde están los
laureles, tomarlos y regresar a la aldea). Cerca del
palacio, los dos amigos conocen a Sopaprisis, esclavo del
César, quien les indica que la mejor forma para entrar allí
es ser adquirido como esclavo en la casa Tifus, proveedor de
esclavos de lujo para el emperador de Roma. Astérix y Obélix
consiguen hacerse esclavos por Tifus y creyendo que eran
adquiridos por un emisario de palacio terminan en la casa de
Claudius Cualquierus como encargados de cocina. Allí conocen
a Terminus, jefe de esclavos de Cualquierus, quien ve
amenazado su puesto en esa casa debido a que los galos son
considerados objetos delicados por venir de casa Tifus.
Estando en la casa cualquierus, Astérix y Obélix hurden dos
planes para escapar de ella y poder continuar con la
búsqueda de los laureles. El primer intento es preparar un
guiso apestoso de tan mal gusto que sin duda alguna serían
expulsados del lugar. No lo consiguen y de hecho el guiso
resulta tan poderoso que puede quitar la borrachera de un
solo trago, cosa que resulta del total gusto de Graco
Cualquierus el miembro borracho de la familia. El seguno
intento es causar un tremendo escándalo durante la noche
para impedir el sueño de los habitantes de la casa. Pero el
plan resulta tan mal, que la familia Cualquierus se
encuentra feliz de iniciar una fiesta motivada por el
escándalo de los galos, lo que vuelve a dejarlos en el punto
de partida. Al otro día, Claudius Cualquierus decide enviar
a Astérix y Obélix a palacio, para realizar un trámite que
debía haber realizado el esclavo Terminus. Motivado por
esto, Terminus acude a palacio a acusar falsamente a los
galos de querer asesinar a Julio César. Una vez allí los
galos son arrestados por toda una legión de soldados y
encerrados en la cárcel del palacio. Habiendo cumplido su
objetivo de introducirse en él, y esperando el momento de su
juicio, Astérix y Obélix recorren el palacio de noche para
buscar la corona de laureles, y regresan a su celda para
dormir durante el día. Durante el juicio, Astérix se hace
cargo de su propia defensa y pide para ellos la pena de
muerte, al ser entregados a las fieras en el circo máximo,
evento al que se suponía asistiría Julio César con su corona
de laureles. Pero una vez en el circo máximo, Astérix se da
cuenta que Julio César no esta entre los presentes así que
decide escaparse de allí para no perder más tiempo. Una vez
fuera, los dos amigos galos salvan a Graco Cualquierus de
ser asaltado por unos baldoleros y se enteran a través de él
que Terminus ha sido recompensado por haberlos acusado,
recibiendo como premio el honor de sujetar la corona de
laureles sobre la cabeza de César, quien regresa triunfal a
Roma después de una campaña militar en el extranjero.
Sabiendo esto, Astérix ofrece a Terminus no volver a verlos
más si les proporciona la corona de laureles del César.
Terminus accede al trato y durante la marcha triunfal, Julio
César es presentado ante Roma luciendo una corona de
hinojos. Astérix y Obélix regresan a la aldea, y el estofado
es ofrecido a Homeopátix. Pero éste causa la ira de
Abracúrcix al no encontrarse conforme con la calidad de la
comida, por lo que recibe un gran golpe que lo deja fuera de
acción. La aventura termina así con el usual banquete donde
participan todos los hombres de la aldea.
Personajes:
Homeopátix: Hermano rico de Karabella. Exitoso hombre de
negocios en Lutecia. Galantina: Esposa de Homeopátix. Tifus:
Mercader de esclavos de lujo en Roma. Proveedor para el
palacio de julio César. Claudius Cualquierus: Cabeza de la
familia romana Cualquierus, quien adquiere como esclavos a
Astérix y Obelix en el negocio de Tifus. Graco Cualquierus:
Hijo de Claudius, personifica al arquetipo del joven
despreocupado que sólo vive para participar en fiestas todas
las noches. Terminus: Jefe de esclavos en la casa de
Claudius Cualquierus. Los piratas: Una vez más aparecen los
piratas sufriendo por algún motivo u otro. Esta vez son los
esclavos mostrados por César en su entrada triunfal en Roma.
Curiosidades: En
casa de Homeopátix, los 4 galos degustan "exquisitos platos"
como cola de castor con salsa de frambuesa o pezuñas de buey
con crema. En esta aventura, Obélix acuña el termino "Ferpectamente"
expresando su conformidad con la idea de Abraracúrcix de
ofrecer un estofado perfumado con los laureles del César
(estando borracho obviamente). En casa Tifus aparece un
esclavo joven y musculoso, sospechosamente parecido a
Sylvester Stallone en sus primeros años de carrera,
realizando poses de distintas obras clásicas como El
Pensador de Rodin, Laoconte y sus hijos de Agesandros,
Polydoros y Athenodoros y el Discóbolo de Mirón. Los
ingredientes del guiso creado por Astérix y que cura la
borrachera son: confitura, pimienta, sal, riñones, jabón de
Massilia, miel, pimentón, salchichas, huevos, pepitas de
granada y una gallina sin pelar (y al parecer se le puede
agregar butifarra sin alterar sus efectos milagrosos).
Durante el juicio a Astérix y Obélix, el fiscal a cargo de
la acusación cita a Catón el Viejo mediante la frase Delenda
Carthago («Por otra parte opino que Cartago debe ser
destruida»). El carcelero del circo máximo vuelve a aparecer
en Las doce pruebas de Astérix. Durante la entrada triunfal
de César a Roma, los prisioneros que llegan encadenados son
nada más ni nada menos que los piratas.
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